Y por fin, la tercera y última entrega de mi viaje por tierras gallegas.
¿Vamos?
Día 4
El cuarto día, lo reservamos para recorrer las Rías Baixas, territorio de nuestros anfitriones.
Por la mañana, con Damián y Eloy, hijos de Pato-Lou, hicimos un recorrido por Villargarcía, y visitamos Carril, justo cuando regresaban los mariscadores con sus redes llenas de almejas, impregnado el ambiente de olor a mar.
Carril desde la playa de Villagarcía
Mariscadores con su botín
Fuimos a Catoira, que estaba en plena preparación de la fiesta de los Vikingos y como nos contaron que es costumbre lanzar una piedra a la torre para hacer sonar la campana, allí estuvimos dándole un buen rato hasta que lo conseguimos.
El barco vikingo preparado para la fiesta
Eloy, pollito, la heredera y Damián. Detrás la torre de Catoira
Después nos desplazamos a Padrón, ciudad natal de Camilo José Cela y de Rosalía de Castro.
Llegamos algo tarde pero aún nos dio tiempo a visitar el museo de esta última. (Una curiosidad, su estación de tren está pintada de rosa).
Llegamos algo tarde pero aún nos dio tiempo a visitar el museo de esta última. (Una curiosidad, su estación de tren está pintada de rosa).
Volvimos a casa en donde la Condesa Marichita nos sirvió una comida, digna de reyes y como tales nos sentimos. (Muchas graciaass).
Y por la tarde, esta vez con Lou y su pata-señora, subimos al Mirador de Lobeira, desde donde se veía toda la Ría de Arousa y sus bateas de mejillón y el puente que une Vilanova con la Isla de Arousa. Lugares que visitamos después.
Desde Lobeira, vista de la Isla de Arousa y su puente
Luego partimos hacia Caldas de Reis (o de la “Reina” ¿verdad prima? Jajaja) que tiene un bonito puente romano justo en la ruta del Camino de Santiago y fuentes termales de agua caliente, algo que para mí resultó asombroso.
Por cierto, una anécdota:
me estaba remojando los pies en una de ellas (no veáis lo que quemaba y lo que me costó conseguir dejarlos dentro) y una chica que se acercó a coger agua, me dijo con cara divertida:
- ¿Sabes qué dicen por aquí? Que quien mete los pies en la fuente de Caldas, se casa en Caldas” ... Así quee.. !!!
y se marchó riendo.
y se marchó riendo.
Remojando los pies en la fuente de Caldas
Luego segurimos la ruta, Cambados, La Toja, Noia, Isla de la Lanzada , O Grove, Sanxenxo y alguna otra aldea que seguro me dejo por ahí.
La playa de la lanzada
Iglesia de conchas de la Isla de A Toxa
Aprovechamos hasta el final, y por eso ya anocheciendo aún nos dio para cruzar el puente y ver la Isla de Arousa desde su mirador. Una isla preciosa y un paisaje para soñar.
En la isla de Arousa. ¿no es una maravilla?
Día 5
Bueno y como todos se acaba y lo bueno antes, emprendimos viaje de vuelta hacia Aragalia del Este, la Tierra Baja.
Como no podíamos desperdiciar la ocasión, por el camino paramos en León.
Comimos, callejeamos, saboreamos el ambiente, olfateamos su mercadillo de la plaza Mayor y nos deslumbramos con su soberbia Catedral.
La catedral de León al fondo
Detalle de la Catedral de León
Ya por la tarde nos desviamos a Burgos, donde seguía el incesante deambular de los peregrinos que llegaba a esas horas agotados y sofocados en busca de los albergues.
Concha del peregrino, marcando el Camino de Santiago
Casi sin esperarlo tropezamos con la Catedral por su parte trasera. Debo decir que se nos puso de repente a la altura de la mano.
La Catedral de Burgos
Así como la de León me parecio altiva, segura de sí, ocupando su lugar de honor en el centro de la plaza, la de Burgos encajonada, arropada por la propia ciudad, me resulto soberbia, solemne, majestuosa pero humilde a la vez.
Detalle de la fachada
Sandra y unos amigos que hizo en Burgos
Ya agotados, no paramos hasta casa porque teníamos sólo un día para recuperarnos y salir de nuevo hacia el sur de Francia a visitar a la familia.
Por fin, aquí termina la crónica del viaje que nos ha llevado de un extremo al otro del Reino de Aragalia.
Pretendía que fuera breve, pero al final he tenido que dividirla en tres entregas y aún así me hubiera gustado deciros más cosas y poner más fotos.
Si tuviera que resumir esta experiencia, lo haría así:
Ha sido un viaje con olor a menta y a mar. Una visión de colores variados que va del azul marino del océano, al gris de la piedra de Santiago. Unas sensaciones que se quedarán para siempre en mi recuerdo.
En definitiva, UN VIAJE A TRAVÉS DE LOS SENTIDOS.
Nota:
Nuestro agradecimiento a Pato Lou y familia por habernos regalado este viaje inolvidable. :)
Nota:
Nuestro agradecimiento a Pato Lou y familia por habernos regalado este viaje inolvidable. :)